EL MANUSCRITO GRAHAM (1726)
Todas las instituciones
de la franc-masonería puestas al descubierto y probadas por lo
mejor de la tradición así como por referencias a la Escritura.
Observad en primer lugar
que todos nuestros signos provienen de la escuadra, de acuerdo con
su empleo habitual. La prueba de ello se encuentra en el versículo
7 del capítulo 6 del primer libro de los Reyes.
El saludo se hace como
sigue, de cualquier sitio del que vengáis: Yo vengo de la muy
respetable logia de maestros y de compañeros perteneciente a Dios
y al bienaventurado san Juan, que saluda a todos los hermanos
verdaderos y perfectos de nuestros santos secretos, como yo mismo
lo hago, encontrando que sois tales.
- Yo os saludo, hermano, y os
ruego que me digáis vuestro nombre.
Responded J. y el otro debe decir
que su nombre es B.
El examen continúa como sigue:
- ¿Cómo sabré que sois franc-masón?
– Por las verdaderas palabras,
signos y toques de mi entrada.
- ¿Cómo habéis sido hecho masón?
– En una logia verdadera y
perfecta.
- ¿Qué es una logia perfecta?
– El centro de un corazón sincero.
- Pero, ¿a cuántos masones llamáis
así?
– A cualquier número impar entre 3
y 13.
- ¿Por qué tantos, y por qué en
número impar?
- El primer número hace referencia
a la santa Trinidad, y el otro a la venida de Cristo, con sus 12
apóstoles.
- ¿Cuál fue el primer paso de
vuestra entrada?
- Un deseo intenso de conocer los
secretos de la franc-masonería.
- ¿Por qué se llama franc-masonería?
– En primer lugar, porque
ella es un libre don de Dios a los hijos de los hombres; en
segundo lugar, porque está liberada de la intrusión de los
espíritus infernales; y en tercer lugar porque es la libre unión
de los hermanos de ese santo secreto que debe subsistir para
siempre.
- ¿Cómo habéis sido introducido en
logia?
– Pobre y sin un real, ciego e
ignorante de nuestros secretos.
- ¿Y ello por qué razón?
– Así como nuestro salvador se
hizo pobre para nuestra redención, yo me hice pobre en ese momento
en vistas al conocimiento de Dios resumido en la escuadra.
- ¿Qué habéis visto en logia
cuando se os permitió ver?
– Yo vi la verdad, el mundo y la
justicia del amor fraternal.
- ¿Dónde? – Delante de mí.
- ¿Qué había detrás de vos?
– El perjurio y el odio de la
fraternidad para siempre si yo descubriera nuestros secretos sin
el consentimiento de una logia, a menos que los haya obtenido de
una triple voz habiendo sido recibido, pasado y elevado en las
reglas por tres logias distintas, y a condición de que haya jurado
adecuarme a nuestros artículos...
- ¿Cómo estaba orientada la logia
durante vuestra recepción?
– Al este, al oeste y al sur.
- ¿Por qué no al norte?
– Ya que nosotros residimos en la
parte norte del mundo, y ya que no enterramos a los muertos en el
lado norte de nuestras iglesias, igualmente dejamos vacío el lado
norte de nuestras logias.
- ¿Y por qué al este y al oeste? –
Porque las iglesias están orientadas de este a oeste, y sus patios
se encuentran al sur.
- ¿Por qué las iglesias están
orientadas de este a oeste?
– Hay cuatro razones para ello.
- ¿Cuáles son?
– La primera: nuestros primeros
padres fueron situados al este en el Edén; la segunda: un viento
del este secó el mar (Rojo) ante los hijos de Israel, y el templo
del Señor debía ser construido de la misma manera; la tercera: el
sol se eleva en el este y se oculta en el oeste por encima de
aquellos que habitan cerca del ecuador; la cuarta: la estrella
apareció por el oeste para advertir a todos los pastores y hombres
sabios que nuestro salvador iba a venir en la carne.
- ¿Quién os guió en el interior de
la logia?
– El vigilante y el más mayor de
los compañeros del oficio.
- ¿Por qué no el más joven de los
compañeros del oficio?
– Por seguir a nuestro salvador,
que ordenó al jefe servir la mesa, exhortación a la humildad que
siempre debemos observar.
- ¿En qué postura habéis prestado
vuestro juramento?
– No estaba ni tendido ni de pie,
ni andaba, ni corría; no daba vueltas, no estaba ni colgado ni a
punto de volar, ni desnudo ni vestido, ni calzado ni descalzo.
- ¿Por qué razón estabais en esa
postura?
– Porque un Dios y un hombre
componen al verdadero Cristo, y así un sujeto desnudo que
estuviera medio desnudo y medio vestido, medio calzado y medio
descalzo, medio arrodillado y medio de pie, sería la mitad de todo
y no sería nada, demostrando así un corazón humilde y obediente
dispuesto a marchar lleno de fe tras ese justo Jesús.
- ¿Qué habéis jurado?
–Oír y callar nuestros secretos.
- ¿Cuál era el contenido de
vuestro juramento?
–El segundo punto de mi
(juramento) era obedecer a Dios y a todas las verdaderas escuadras
hechas o dirigidas a mí por un hermano. El tercer (punto) era no
robar jamás, por temor a ofender a Dios y a arrojar vergüenza
sobre la escuadra. El cuarto (punto) era jamás cometer adulterio
con la esposa de un hermano, ni mentirle de manera deliberada. El
quinto (punto de mi juramento) era no desear vengarme de manera
injusta de un hermano, sino, por el contrario, socorrerle en tanto
esté en mi poder y no me acarree un grave perjuicio.
- Admito que habéis estado en una
logia; así que os pregunto: ¿cuántas luces posee una logia? – Yo
respondo 12.
- ¿Cuáles son?
– Las tres primeras joyas son el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; el sol, la luna, el maestro
masón; la escuadra, la regla; la plomada, el nivel, el mallete y
el cincel.
- Probadme que todas ellas son
verdaderas luces.
– En lo que concierne a la santa
Trinidad, ella da la razón. El sol nos da la luz día y noche. La
luna es un cuerpo sombrío que, surgido del agua, recibe su luz del
sol y además es la reina de las aguas, que son el mejor de los
niveles. El maestro masón enseña el oficio y debería tener una
palabra tres veces potente cuando enseña nuestros secretos como
hombre brillante, porque nosotros creemos en un poder oratorio
superior, ya que los 70 tenían un gran poder, y los 11 tenían otro
aún mayor, pues escogieron a Matías para reemplazar a Judas. En lo
que concierne a la escuadra, la regla, la plomada, el nivel, el
mallete y el cincel, son seis instrumentos sin los cuales ningún
masón puede realizar un verdadera trabajo.
- ¿A qué pueden referirse estas 12
luces?
– Deducimos que se refieren a los
12 patriarcas, así como a los doce bueyes con respecto a los
cuales leemos en el capítulo 7 del primer libro de los Reyes que
soportaban el mar fundido en bronce: eran símbolos de los 12
discípulos que debían ser enseñados por Cristo.
- Admito que vos habéis entrado,
así que os pregunto si habéis sido elevado.
- Sí.
- ¿Dónde habéis sido elevado?
– He sido elevado en el
conocimiento de nuestros orígenes, gracias a la vez a la tradición
y a la Escritura.
- ¿Qué palabra pronunciáis sobre
los cimientos cuando eleváis un edificio, allí donde teméis que un
espíritu infernal de destrucción, frecuentando esos lugares, pueda
derribar el trabajo de vuestras manos?
– Oh, ven, déjanos y
tendrás.
- ¿A quién os dirigís?
– Rezo a la Santa Trinidad.
- ¿De qué manera pronunciáis estas
palabras?
– De rodillas, con la cabeza
descubierta, mirando hacia el este.
- ¿Qué queréis decir con estas
palabras?
– Queremos decir que despreciamos
la justicia propia y que en ello diferimos de esos babilonios que
creían poder construir hasta el cielo. Por el contrario, rogamos a
la santa Trinidad que nos permita construir en verdad y en
escuadra; y cada cual tendrá la recompensa que merece.
- ¿Cuándo fueron pronunciadas
estas palabras, o para qué servían? – Yo respondo que desde el
origen, antes de que el evangelio se extendiera por el mundo
cubierto de espíritus infernales de destrucción. A menos que los
hombres construyeran con fe y en oración, sus trabajos eran a
menudo demolidos.
- Pero, ¿cómo fue posible que los
trabajos de los babilonios fueran erigidos antes de que el
evangelio comenzara a brillar?
– Yo os respondo devolviendoos
vuestra propia pregunta, porque la presunción de los babilonios de
los que acabo de hablar había ofendido de tal modo al espíritu de
Dios que las lenguas dejaron de ser comprendidas por su pecado a
fin de que la humanidad no volviera jamás a actuar así sin el
permiso divino, que quiere que nada pueda hacerse sin fe ni
oración.
- ¿Esto es tradicional?
– Sabemos
esto por tradición, y también por referencia a la Escritura, que
dice que Shem, Ham y Japheth, deseosos de llegar junto a la tumba
de su padre Noah, trataron de ver si podrían encontrar allí algo
susceptible de conducirles al secreto del poder detentado por ese
famoso predicador. En efecto, deseo que todos reconozcan que todas
las cosas necesarias al mundo nuevo se encontraban en el arca con
Noah.
Ahora bien, estos tres
hombres ya habían acordado que, si no encontraban lo que buscaban,
lo primero que encontraran debería servirles de secreto. No
dudaban, sino que creían muy firmemente que Dios tenía el poder, y
también que manifestaría su voluntad por medio de su fe, su
oración y su obediencia, de manera que lo que encontraran se
mostraría ante ellos tan potente como si hubieran recibido el
secreto de Dios mismo en su origen. Llegaron entonces a la tumba,
donde no encontraron nada más que el cadáver casi enteramente
descompuesto. Cuando cogieron un dedo, éste se desprendió falange
por falange, y lo mismo ocurrió con el puño y con el codo.
Entonces levantaron el cadáver y lo sostuvieron, poniendo un pie
contra su pie, una rodilla contra su rodilla, el pecho contra su
pecho, una mejilla contra su mejilla, y una mano en su espalda, y
se pusieron a gritar: Ayuda, oh Padre, como si dijeran: Oh, Padre
del cielo, ayúdanos ahora, porque nuestro padre terrestre ya no
puede hacerlo. Entonces, dejando de nuevo el cadáver, y no
sabiendo qué hacer, uno de ellos dijo: Hay tuétano en este hueso,
y el segundo dijo: Pero es un hueso seco, y el tercero dijo:
apesta. Se pusieron de acuerdo entonces para darle un nombre que
fuera conocido por la masonería hasta este día. Después, se fueron
a sus asuntos y a partir de ese momento sus obras fueron buenas.
Es por ello que debe
creerse, pero también comprenderse, que su poder no venía de lo
que encontraron o del nombre que le dieron, sino de su fe y de su
oración. Las cosas continuaron así, y la voluntad dio firmeza a la
acción.
Cuando reinaba el rey Alboyne nació Bazalliell, que fue llamado así por Dios antes de su
concepción. Este hombre santo sabía por inspiración que los
títulos secretos y los símbolos primitivos del principio divino
tenían el poder de proteger, y construyó de tal manera que ningún
espíritu infernal de destrucción osó quebrantar la obra de sus
manos. Así que sus obras se hicieron tan famosas que los dos
hermanos más jóvenes del rey del que se acaba de hablar desearon
ser instruidos por él en la noble ciencia que él dominaba. A ello
consintió a condición de que no la revelaran (oralmente) sin unir
(para ello) sus propias voces a la de un tercero. Prestaron
juramento y él les enseñó la parte teórica y la parte práctica de
la masonería. Después hicieron su obra. En esta época, los
salarios de los masones aumentaron en este reino; se veía entonces
a los masones en compañía de reyes y príncipes. Pero cuando la
hora de su muerte estaba cerca, Bazalliell deseó que se le
enterrara en el valle de Josaphat, y que sobre (su tumba) se
grabara una inscripción conforme a su mérito, lo cual realizaron
ambos príncipes. Esta (inscripción) estaba (formulada) como sigue:
- Aquí yace la flor de la
masonería, que, superior a muchos otros, fue el compañero de un
rey y el hermano de dos príncipes. Aquí yace el corazón que podía
albergar todos los secretos. Aquí yace la lengua que jamás reveló
ninguno.
Tras su muerte, los
habitantes del lugar pensaron que, con él, los secretos de la
masonería se habían perdido totalmente, pues ya no oían hablar de
ellos, y nadie conocía los secretos excepto esos dos príncipes, y
durante su recepción habían jurado no revelarlos si no unían sus
voces a la de un tercero. Es por ello que debe creerse y también
comprenderse que un secreto tan santo no podía jamás perderse
mientras quedara vivo sobre la tierra un buen servidor de Dios.
Pues todo buen servidor de Dios siempre tiene y tendrá una gran
parte en este santo secreto, aunque los demás ignoren dicho
secreto, así como los medios que deben usarse. En efecto, ocurrió
en el mundo de esta época lo que ocurrió en la Iglesia samaritana
a propósito de Cristo.
Buscaban lo que no
conocían. Pero su profunda ignorancia no podía discernir esto, y
así todo siguió en las tinieblas y la oscuridad durante los 840
años que duró el éxodo de los hijos de Israel fuera del país de
Egipto. En el cuarto año de su reinado sobre Israel, Salomón
comenzó a construir la casa del Señor, casa que deseaba construir
su padre David, pero que no obtuvo permiso para realizar, pues sus
manos eran culpables de las guerras sangrientas (que hacían
estragos) en todas partes.
He aquí todo lo que se
refiere a los días en que Salomón, su hijo, comenzó a construir la
casa del Señor. Es mi deseo que todo el mundo convenga en que todo
lo que era necesario aportar para esta santa construcción no
provenía (únicamente) de este sabio rey. Todos debemos reconocer
esto, so pena de acusar a Dios de una injusticia que ningún frágil
mortal osaría reprocharle, y de la que su divina bondad no ha
podido hacerse culpable. Leemos ahora en el versículo 13 del
capítulo 7 del primer libro de los Reyes que Salomón envió a
buscar a Hiram de Tiro. Éste era el hijo de una viuda de la tribu
de Neftalí, y su padre era un hombre de Tiro.
(Era) un artesano experto
en bronce, lleno de sabiduría, hábil en la realización de todas
las obras en bronce. Llegó ante el rey Salomón y construyó para él
toda su obra. La explicación de estos versículos es la siguiente:
la palabra hábil expresa la ingeniosidad; en cuanto a la sabiduría
y la comprensión, cuando se encuentran reunidas en la misma
persona, ésta ya nada tiene que desear. Así, con respecto a este
pasaje de la Escritura, debemos convenir en que el hijo de la
viuda cuyo nombre era Hiram estaba dotado de una inspiración
sagrada comparable a la del sabio rey Salomón, o aún a la de san
Bazalliell.
Se saca generalmente de
la tradición que hubo durante la erección (de esta Casa) una
tumultuosa riña entre los obreros manuales y los masones a causa
de los salarios. Para calmar a todo el mundo y facilitar las
cosas, el rey en su sabiduría dijo: Estad todos contentos, pues
todos seréis pagados de la misma manera. Dio entonces a los
masones un signo que desconocían los obreros manuales, a fin de
que aquel que fuera capaz de hacerlo en el sitio de la paga
pudiera ser pagado como masón. Los obreros manuales, no conociendo
(este signo), fueron pagados como antes. Esto bien pudo pasar así,
y si en efecto fue el caso, debemos juzgar como muy llenas de
gracia las palabras del sabio rey Salomón, pues debe comprenderse
y también creerse (por ellas) que el sabio rey deseaba dar a cada
uno lo que merecía.
Comprendo ahora mejor el
versículo 7 del capítulo 6 del primer libro de los Reyes, en el
que se dice que la Casa fue, durante su erección, construida en
piedras ya preparadas antes de ser llevadas al lugar, de tal
manera que no se oía ni martillo, ni hacha, ni instrumento alguno
de hierro en la casa durante su construcción. Puede deducirse de
ello que todo estaba preparado de antemano, pero que no podía ser
sacado (de la cantera) sin verificación previa. Y cuando para
buscar (un medio de verificación, se removió) cielo y tierra, no
pudo entonces encontrarse nada más conveniente que la escuadra,
que se convirtió en su signo y que significa lo que debían hacerse
el uno al otro. El trabajo continuó y prosperó. Lo que no podía
ser bueno era malo. Trabajaron para un buen maestro, y tenían como
vigilante al hombre más sabio de la tierra. Por ello, en parte por
su mérito, pero aún más en razón de la libre gracia, la masonería
obtuvo un nombre y un mandamiento nuevo. Su nombre significa
Fuerza, a lo cual responden: Belleza; y su mandamiento es el Amor.
Leed en prueba (de ello) los capítulos 7 y 6 del primer libro de
los Reyes, en los que encontraréis (descritas) las maravillosas
obras de Hiram durante la construcción de la casa del Señor.
Cuando todo acabó, los
secretos de la masonería fueron ordenados con justicia como lo
están ahora y como lo estarán hasta el fin del mundo, en la medida
en que se los comprenda con exactitud. Forman 3 partes cuando se
refieren a la santa Trinidad que hizo todas las cosas; forman
además 13 ramas en referencia a Cristo y a sus 12 apóstoles; son
como sigue: una palabra para el teólogo, seis para el clero y seis
para el compañero de oficio, y para estar plena y totalmente de
acuerdo, seguir con los cinco puntos de los compañeros franc-masones,
que son pie contra pie, rodilla contra rodilla, pecho contra
pecho, mejilla contra mejilla y mano en la espalda, cinco puntos
que aluden a los cinco principales signos que son la cabeza, el
pie, el torso, la mano y el corazón, así como a los cinco puntos
de la arquitectura y a los cinco órdenes de la masonería. Obtienen
además su fuerza de cinco (figuras) primitivas: una divina y
cuatro temporales, que son como sigue: primero el Cristo, el jefe
y la piedra angular; en segundo lugar, Pedro, llamado Kephás; en
tercer lugar Moisés, que grabó los mandamientos; en cuarto lugar,
Bazalliell, el mejor de los masones; en quinto lugar, Hiram, que
estaba lleno de sabiduría y de inteligencia .../...
Graham, por suerte
maestro de las logias, además de Equam Ebo, a 24 de octubre de
1726, a todos y a cada uno de aquellos de nuestra fraternidad que
quieran instruirse con esto.
COMENTARIO
Según Ph. Langlet (p. 375), el
manuscrito contiene un lenguaje arcaico que parece indicar que es
una copia de otro texto anterior de la segunda mitad del siglo
XVII. Se divide en dos partes: un catecismo de preguntas y
respuestas y la historia legendaria de los orígenes de la
masonería.
I.- El tema central es la eficacia
ritual de la palabra, tema iniciático que aparece más
explícitamente en el texto de Samuel Prichard “la búsqueda de la
palabra perdida” (1730). “Shem, Ham y Japheth, deseosos de llegar
junto a la tumba de su padre Noah, trataron de ver si podrían
encontrar allí algo susceptible de conducirles al secreto del
poder detentado por ese famoso predicador. En efecto, deseo que
todos reconozcan que todas las cosas necesarias al mundo nuevo se
encontraban en el arca con Noah”.
Aparece la primera mención a la
búsqueda de la tumba de un cuerpo (Hiram) que aparece aquí con
motivo de la leyenda de Noé: El patriarca recibe los planos para
construir el arca. Recibe un secreto que se pierde. Muere el
patriarca y el cadáver se descompone. Hay tres intentos de
recomponerlo. Tres personajes lo intentan. Hay tres articulaciones
afectadas. Hay tres palabras pronunciadas. Elección de un nombre
sustitutivo del secreto perdido. La triple voz necesaria para
transmitir ese secreto. La manera de enseñar esa “triple voz”
comprende una enseñanza teórica y otra práctica: “Llegaron
entonces a la tumba, donde no encontraron nada más que el cadáver
casi enteramente descompuesto. Cuando cogieron un dedo, éste se
desprendió falange por falange, y lo mismo ocurrió con el puño y
con el codo. Entonces levantaron el cadáver y lo sostuvieron,
poniendo un pie contra su pie, una rodilla contra su rodilla, el
pecho contra su pecho, una mejilla contra su mejilla, y una mano
en su espalda, y se pusieron a gritar: Ayuda, oh Padre, como si
dijeran: Oh, Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque nuestro padre
terrestre ya no puede hacerlo. Entonces, dejando de nuevo el
cadáver, y no sabiendo qué hacer, uno de ellos dijo: Hay tuétano
en este hueso, y el segundo dijo: Pero es un hueso seco, y el
tercero dijo: apesta. Se pusieron de acuerdo entonces para darle
un nombre que fuera conocido por la masonería hasta este día”, “su
poder no venía de lo que encontraron o del nombre que le dieron,
sino de su fe y de su oración. Las cosas continuaron así, y la
voluntad dio firmeza a la acción”.
Como se ve, propone modelos de
hombres virtuosos conocedores de la “palabra perdida” como Noé,
los tres hijos de Noé, Bedsaleen, Salomón, etc., frente a los
constructores de la torre de Babel que la perdieron a causa de su
soberbia. “Cuando reinaba el rey Alboyne nació Bazalliell, que fue
llamado así por Dios antes de su concepción. Este hombre santo
sabía por inspiración que los títulos secretos y los símbolos
primitivos del principio divino tenían el poder de proteger, y
construyó de tal manera que ningún espíritu infernal de
destrucción osó quebrantar la obra de sus manos. Así que sus obras
se hicieron tan famosas que los dos hermanos más jóvenes del rey
del que se acaba de hablar desearon ser instruidos por él en la
noble ciencia que él dominaba. A ello consintió a condición de que
no la revelaran (oralmente) sin unir (para ello) sus propias voces
a la de un tercero. Prestaron juramento y él les enseñó la parte
teórica y la parte práctica de la masonería”. Bazalliell deseó que
se le enterrara en el valle de Josaphat de modo que “Tras su
muerte, los habitantes del lugar pensaron que, con él, los
secretos de la masonería se habían perdido totalmente, pues ya no
oían hablar de ellos, y nadie conocía los secretos excepto esos
dos príncipes, y durante su recepción habían jurado no revelarlos
si no unían sus voces a la de un tercero. Es por ello que debe
creerse y también comprenderse que un secreto tan santo no podía
jamás perderse mientras quedara vivo sobre la tierra un buen
servidor de Dios. Pues todo buen servidor de Dios siempre tiene y
tendrá una gran parte en este santo secreto, aunque los demás
ignoren dicho secreto, así como los medios que deben usarse”.
Encontrar la palabra perdida
implica el dominio de las pasiones. El Graham propone numerosos
ejemplos de hombres dotados de una palabra eficaz: “El maestro
masón enseña el oficio y debería tener una palabra tres veces
potente cuando enseña nuestros secretos como hombre brillante,
porque nosotros creemos en un poder oratorio superior”. También se
alude a “aquello que ha sido transportado a lo más alto del
pináculo del templo” y demás reflexiones sobre la construcción del
templo. El templo de Salomón se construyó en silencio (I Reyes 6,
7) pero sin problemas de comunicación porque trabajaban juntos
judíos, fenicios y otros pueblos (I Reyes 5, 32). Noé tenía
“palabra eficaz” tal y como aparece en Génesis 9, 25-27. Y en
Génesis 11, 1-4 “tenían entonces toda la tierra una sola lengua y
unas mismas palabras... y dijeron: vamos, edifiquémosnos una
ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, y hagámosnos un
nombre”.
II.- Texto confesional cristiano.
Es un texto confesional que se integra en la tradición cristiana,
al contrario que las constituciones de Anderson de 1723 que asumen
las posiciones de la masonería especulativa sobre la religión
natural más allá de las confesiones religiosas. Sus menciones a la
Trinidad prueba que el manuscrito es de la etapa operativa.
Contrariamente a las Constituciones de 1723, en las que Anderson
había intentado alinear las posiciones de la masonería
especulativa con la "religión natural", el Graham es un texto de
clara confesión cristiana: “- ¿A quién os dirigís? – Rezo a la
Santa Trinidad”.
III.- Los cinco punto de la
masonería. Es el primer texto que relaciona los cinco puntos con
la rectificación o enderezamiento del cuerpo, y que asocia los
toques de las tres articulaciones con tres palabras pronunciadas
en ese instante por tres actores diferentes. Cada uno de los cinco
puntos del compañerazgo se relaciona con un personaje bíblico:
Jesucristo es la piedra angular de la iglesia. Pedro es la piedra
sobre la que se construye la iglesia. Moisés es el transmisor de
la ley y custodio de los planos del tabernáculo. Betsaleel es el
constructor del tabernáculo. Hiram es el constructor del templo de
Jerusalén. “Observad en primer lugar que todos nuestros signos
provienen de la escuadra, de acuerdo con su empleo habitual. La
prueba de ello se encuentra en el versículo 7 del capítulo 6 del
primer libro de los Reyes”: “los cinco puntos de los compañeros
franc-masones, que son pie contra pie, rodilla contra rodilla,
pecho contra pecho, mejilla contra mejilla y mano en la espalda,
cinco puntos que aluden a los cinco principales signos que son la
cabeza, el pie, el torso, la mano y el corazón, así como a los
cinco puntos de la arquitectura y a los cinco órdenes de la
masonería. Obtienen además su fuerza de cinco (figuras)
primitivas: una divina y cuatro temporales, que son como sigue:
primero el Cristo, el jefe y la piedra angular; en segundo lugar,
Pedro, llamado Kephás; en tercer lugar Moisés, que grabó los
mandamientos; en cuarto lugar, Bazalliell, el mejor de los
masones; en quinto lugar, Hiram, que estaba lleno de sabiduría y
de inteligencia ...”.
Finalmente, la postura del
juramento parece asociarse a una dualidad: móvil/inmóvil,
fijo/aire, que no encaja en la tradición masónica sino en textos
religiosos medievales, fue maldición y excomunión contra
delincuentes, traidores, falsarios, “malditos los que pasean,
malditos los que corre, malditos los que reposan, malditos los que
montan a caballo, etc.” que se refiere a la entrada de un novicio
a la comunidad religiosa: “- ¿En qué postura habéis prestado
vuestro juramento? – No estaba ni tendido ni de pie, ni andaba, ni
corría; no daba vueltas, no estaba ni colgado ni a punto de volar,
ni desnudo ni vestido, ni calzado ni descalzo. Langlet (p. 362)
aventura la hipótesis de que buena parte de la tradición masónica
provenga de la adaptación de textos y usos monásticos medievales
para uso de cofradías de oficios.
En el juramento se mencionan los
tres últimos puntos; no robar, no cometer adulterio, no vengarse.
Son tres de los mandamientos del decálogo judío (Éxodo 20, 13-15).
Publicado en "Ars
Quatuor Coronatorum", vol. 80, Londres, 1967, pp. 77-80.
Traducción francesa y
comentarios en
Patrick NEGRIER (recop.)
Textes fondateurs de la tradition maçonnique, 1390-1760,
Paris, 1995, pp. 161-172 y Philippe LANGLET (recop.), Les
textes fondateurs de la franc-maçonnerie, Paris, 2006, pp.
357-363.
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